INTERNACIONALES
| El Cid se lamenta tras pinchar su gran faena. | Antonio Heredia |
Zabala de la Serna | Madrid
Una ovación creció al romper el paseíllo para Iván Fandiño, que la
recogió en nombre de la sangre derramada en mayo y aquella faena tan
brava y la compartió con sus compañeros.
Sebastián Ritter tomó la alternativa vestido de corinto y oro para
alejarse de la absurda moda, que no tradición, del blanco de primera
comunión. Ritter brindó a la memoria de Corbacho y desarrolló una faena
de valentía y enorme quietud, castellista de inicio a fin, con seguridad impropia de su imberbe condición y
por encima de un toro de contada fuerza y recorrido, falto de un tranco
y vida, pero de manifiesta nobleza. De los apuros iniciales en los
medios al rematar la primera serie de derechazos al arrimón último y la
estocada. Algo atravesada y psasada.
A El Cid también le molestó el viento en los medios y hubo de ir cerrando al toro durante la faena. Se protestó mucho al de Victoriano del Río por su falta de poder.
Medido en el caballo remontó los momentos de apuro. Sobre la mano
derecha de Manuel Jesús y sobre todo por la izquierda, por donde se
estiraba con generosidad. Al torero de Salteras le reprocharon mucho su
colocación en las líneas naturales en largos naturales. Y la cosa no
despegó. Pinchazo y estocada.
Fandiño, que ya había intervenido en un quite por chicuelinas en el
toro de El Cid, se hizo presente pronto y a por todas en verónicas de
empaque algo revueltas por Eolo y el tesón de no perder un paso. Nunca
un paso atrás tampoco en la faena con el feote tercero que brindó al
doctor Máximo García Padrós. La obra arrancó en un nivel altísimo de emotividad por la distancia concedida,
el asentamiento y la resolución torerísima de trincherilla, pase del
desprecio y un ayudado también por bajo. Siguió la intensidad con la
generosidad de los metros y en encaje del acinturado y ligado toreo en
redon de mucho eco y gran calado. Dos tandas enormes, vibrantes y
trepidantes. La movilidad tapaba la falta de clase de la embestida. En
cuanto le quitó la distancia y el toro hubo de poner de su parte se
notó. La faena sufrió un bajón en su ecuador, pues por la izquierda el
toro dijo nones. Hubo Fandiño de tirar de la derecha noble con la
embestida en cierto tono menor. Un aviso antes de matar. La estocada lo
igualó todo hasta la oreja.
La sorpresa saltó con el cuarto, un toro despampanante de pitones,
castaño, bociblanco, largo, un punto alto de cruz y espléndido por
dentro y por fuera, de nombre 'Verbenero'. Y El Cid se abandonó al toreo
como el toro de Victoriano del Río a los vuelos de su capote, tan
abierta y planeadora la embestida. Como se vio en un quite a la verónica
en el que el torero sintió el pálpito en sus muñecas hasta la media
achenelada. Respondió Fandiño por gaoneras de valor inmenso. Y Cid
volvió a replicar a la verónica otra vez con aliento. La faena con El
Cid abanadonado de cuerpo y desmatado, enteramente zurda, jugando solo
los vuelos, le dio la vuelta a Madrid entero. Las trincherillas, los de pecho a la hombrera contraria, y sobre todo el toreo al natural
realizado con la mayor naturalidad. Las Ventas era un volcán que siguió
expulsando lava sobre la mano derecha, tan despacio. Del cierre sobre
las piernas, el toreo en movimiento, quedó límpido otro soberano
ayudado. La faena exacta y medida sin apurar el toro. Sonaba el cerrojo
de la Puerta Grande, un sonido que El Cid ha sentido tantas veces y
otras tantas le ha encogido el alma y el brazos a la hora de matar...
Otra vez se repitió la historia. Las lágrimas de El Cid rodaron por sus mejillas durante una clamorosa vuelta al ruedo. La plaza también la pidió para 'Verbenero' sin ser concedida. ¿Por qué?
El quinto se apagó mucho en su nobleza. Fandiño inició faena con un
pase cambiado y otro de las flores en el mismo platillo. Pero desde ahí
le costó mucho al de Toros de Cortés.
Una barbaridad el último toro. De abiertísima cara, volumen, hondura y cuajo. Cinco años tremebundos.
Arrolló en capotes. Brutote también en la muleta de Ritter y muy
apoyado en las manos. Valeroso el toricantano sin más opciones.
Ficha:
Monumental de las Ventas. Viernes, 4 de octubre de 2013. Segunda de
feria. Tres cuartos de entrada. Toros de Cortés (1º, 5º y 6º) y de
Victoriano del Río, de diferentes hechuras en su seriedad; tres
cinqueños; excelente el cornalón y largo 4º; de buen pitón derecho el
feote 3º; de parca fuerza y recorrido pero sin maldad el bajo 1º; noble
de justo poder el playero 2º; inmenso y vacío el bruto 6º.
El Cid, de azul pavo y oro. Pinchazo y estocada (silencio). En el cuarto, dos pinchazos, estocada baja y descabello (vuelta al ruedo).
Iván Fandiño, de azul marino y oro. Estocada. Aviso (oreja). En el quinto, estocada pasada (silencio).
Sebastián Ritter, de corinto y oro. Estocada pasada atravesada (saludos). En el sexto, media estocada defectuosa (silencio).

















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