Tercio de Varas: para comprobar la condición del toro.
Nuevamente se escuchan clarines y
aparecen en el ruedo los monosabios con un cartel anunciando el
nombre del toro, su peso y ganadería. En algunas plazas, como en la de Sevilla,
este cartel aparece fijo junto a clarines. Se abre la puerta de toriles y aparece el toro luciendo la divisa de su procedencia.
El toro puede tener una salida natural (a la derecha), contraria (a la
izquierda), o
bien, salir por derecho, es decir, en línea recta.
Por lo general, el subalterno lo
lancea para que el matador observe sus características y embestida. Posteriormente, aparece el primer
espada e inicia sus lances con el capote, toreando generalmente por verónicas, rematados con medias, recortes o revoleras. En ocasiones recibe al burel con una larga cambiada o con un farol de rodillas, ya sea a porta gayola o en los medios.
La autoridad permite el acceso de los picadores
a petición del matador. Estos ingresan en pareja, montados en corceles con los ojos
cubiertos y protegidos por el peto. El primero se coloca en la contraquerencia, es decir, en el extremo
opuesto a la puerta de toriles, y el
segundo junto a ella; el picador cita al toro sin cruzar los anillos concéntricos, aunque puede hacerlo si
el toro regatea la embestida.
La suerte de varas es de suma importancia
en el desarrollo de la lidia por varias causas: Prueba la bravura del animal, lo
descongestiona, el castigo suaviza la embestida
y permite el lucimiento en el tercio de muleta. Desafortunadamente en la actualidad se
abusa del castigo haciendo uso de artimañas como el barreno, el metisaca o la carioca.
Posteriormente la autoridad ordena el cambio de
tercio ya sea a petición del espada o por criterio propio. Al salir los caballos, el
torero prueba las condiciones del toro con suertes de capote llamadas "quites", los más frecuentes son chicuelinas y gaoneras.
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